En 2010 subida generalizada de impuestos

Después de los calores veraniegos y las fiestas populares, volvemos a la normalidad, o casi, ya que el actual Gobierno se empeña en llevarnos de sobresalto en sobresalto. Así, para encarar el final del presente ejercicio fiscal, hemos de añadir una variable más: la subida generalizada de impuestos, que ya se muestra imparable.

Ya sabemos que en ésta vida todo es objeto de tributación – ¿quedará algún hecho imponible por descubrir? -. Dicen que cuando mueres descansas. Pero no fiscalmente, ya que en éste caso, al menos en Cataluña, te obsequian con el impuesto sobre sucesiones, si bien es cierto que la liquidación de éste se la “regalan” a los herederos. Ante la subida, tendremos por tanto que vigilar, con más cuidado si cabe, cualquier movimiento que hagamos.

Centrando el tema, el recientemente aprobado proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2010, presenta una subida de un punto del IVA reducido – que pasa del 7 al 8 %- y de dos puntos del tipo general – que pasa del 16 al 18 %. Así, por ejemplo, la suida del IVA hará que el  precio de los pisos se encarezca una media de 2.000 € y el de los coches una media de 420 €.

Si decidimos no comprar, y preferimos ahorrar, tampoco tenemos fácil escapatoria, ya que se eleva la tributación de las rentas del ahorro al 19%, para los primeros 6.000 € y al 21% para el resto.

Esto es, las famosas disquisiciones ante una subida de impuestos, sobre si incrementar la imposición directa o la indirecta, valorando las ventajas e inconvenientes de cada una de ellas dependiendo del momento económico, se resuelve cortando por lo sano e incrementando ambas, en vez de depurar el incesante gasto público. Ya veremos el resultado de esta nueva técnica fiscal.

También se suprime la deducción de los 400,00 euros en el IRPF: Poco ha durado la alegría.

Aunque el Gobierno espera ingresar 10.950 millones de euros más en el próximo ejercicio, nada dice sobe el efecto que  puede producir el que la subida impositiva, en el escenario económico actual, anime a un mayor fraude fiscal. Esto ya ocurrió en la crisis de los 90, y recordemos que, entre otras cosas, el fraude resta competitividad a las empresas cumplidoras. Añadamos a ello la duda de que la Agencia Tributaria pueda combatir este fraude en unos momentos en los que tanto empresas como hogares están sufriendo enormes estrecheces económicas – algo que la propia AEAT ha constatado en la medida en que las solicitudes de aplazamiento han superado en 1.200 millones los niveles habituales -.

De hecho, tanto la Asociación de Inspectores de Hacienda del Estado como la del Cuerpo Técnico de Hacienda han manifestado que llevan observando desde hace meses un “importante incremento” de la defraudación, tanto del IVA como del Impuesto de

Sociedades, a través del empleo de facturas falsas, tipo de facturas que últimamente parecía que había caído en desuso.

En resumen, podemos concluir que si tenemos previstas grandes inversiones, mejor aprovechar los actuales tipos del IVA; si prevemos ganancias de capital abultadas, mejor realizarlas antes de las subidas de los tipos que gravan las rentas de capital. Todo ello no sin antes recibir un adecuado asesoramiento.